Emisora Virtual de la Diócesis sonsón Rionegro

LA IGLESIA DE CRISTO
Una comunidad de discípulos

Los cristianos no seguimos un conjunto de doctrinas,
ni un sistema moral, ni unos ritmos o costumbres,
seguimos a Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre.

Jesús, el primero y más grande evangelizador

Desde muy temprana edad, cuando se queda en Jerusalén y sus padres lo encuentran, Jesús les manifiesta que debe ocuparse de las cosas de su Padre (cf. Lc. 2, 49). Y al comienzo de su vida pública expresa claramente que ha sido enviado por el Padre al mundo para anunciar la Buena Nueva (cf. Lc. 4, 43). De este modo, Jesús, el Hijo de Dios, reconoce desde el principio que ha venido al mundo para anunciar a toda la humanidad una extraordinaria noticia de parte de Dios.

¿Qué es lo que Jesús anuncia?

Lo que Jesús anuncia es el Reino de Dios (cf. EN 8). Comienza su vida pública manifestando que ha llegado el reinado de Dios (Mc. 1, 15) y que todo lo demás es añadidura, es relativo (cf. Mt. 6, 33). 

¿Qué debía hacer Jesús para instaurar el Reino de Dios en el mundo?

La instauración del Reino de Dios en el mundo y en el corazón de cada persona, exigía la salvación de la humanidad. Una liberación de todo lo que oprimía al hombre, especialmente del maligno y del pecado (cf. EN. 9), salvación que Jesús llevará a cabo plenamente con su pasión, muerte y resurrección.

¿Cómo anuncia Jesús el Reino de Dios?

Con palabras y obras. Con una predicación infatigable por aldeas y ciudades, a personas y multitudes, a pobres y a ricos, con gran claridad y autoridad. Pero también con innumerables signos “que provocan estupor en las muchedumbres y que al mismo tiempo las arrastran hacia Él para verlo, escucharlo y dejarse transformar por Él: enfermos curados, agua convertida en vino, pan multiplicado, muertos que vuelven a la vida y, sobre todo, su propia resurrección. Y en el centro de todo, el signo al que Él atribuye una gran importancia: los pequeños, los pobres son evangelizados, se convierten en discípulos suyos, se reúnen “en su nombre” en la gran comunidad de los que creen en Él .” (EN 12).

¿Qué se requiere para pertenecer al Reino de Dios?

Jesús mismo lo indica: conversión (Mc. 1, 15). “Este reino y esta salvación —palabras clave en la evangelización de Jesucristo— pueden ser recibidos por todo hombre, como gracia y misericordia; pero a la vez cada uno debe conquistarlos con la fuerza, “el reino de los cielos está en tensión y los esforzados lo arrebatan”, dice el Señor, con la fatiga y el sufrimiento, con una vida conforme al Evangelio, con la renuncia y la cruz, con el espíritu de las bienaventuranzas. Pero, ante todo, cada uno los consigue mediante un total cambio interior, que el Evangelio designa con el nombre de metanoia, una conversión radical, una transformación profunda de la mente y del corazón.” (EN 10)

¿Qué sucede con los que acogen el Reino de Dios?

Quienes acogen la Buena Nueva, mediante la fe, conforman el nuevo pueblo de Dios, la Iglesia de Cristo, los cuales constituyen una sola comunidad, una gran familia, que con la gracia de Dios buscan el Reino, lo instauran en el mundo y lo viven (EN 13) hasta alcanzarlo plenamente en la eternidad.

¿Cómo sigue anunciando, Jesús, el Reino de Dios?  

Jesús sigue anunciando la buena nueva, es decir, el Reino de Dios, a toda la humanidad, de todo tiempo y lugar, a través de su Iglesia, que es su Cuerpo, como dice el apóstol Pablo (1 Cor. 12, 12-27).

MISIÓN DE LA IGLESIA:
Vivir y anunciar el Evangelio

Lo que la Iglesia debe anunciar y transmitir es el Evangelio,
«fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree»
(Rm 1, 16), Evangelio que es Jesucristo
(cf. 1 Cor 1, 24).

¿Qué es lo que la Iglesia debe anunciar?

Lo que la Iglesia ha anunciado, anuncia y debe anunciar siempre es el Evangelio. Y el Evangelio es Jesucristo. El Evangelio es una persona.

¿Quiénes deben asumir esta misión de la Iglesia?

Esta misión de anunciar el Evangelio es competencia de todos los cristianos; en la Iglesia nadie está excluido de esta misión. “La Iglesia y, en ella, todo cristiano, no puede esconder ni conservar para sí esta novedad y riqueza, recibidas de la divina bondad para ser comunicadas a todos los hombres.” (RM

¿Quién le confió a la Iglesia esta misión?

Esta misión se la confió Cristo a la Iglesia; mejor aún, instituyó la Iglesia para esta misión: “vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio.” La Iglesia nace para anunciar y vivir el Evangelio.

 

“Porque, si evangelizo, no es para mí motivo de gloria,
sino que se me impone como necesidad.
¡Ay de mí, si no predicara el Evangelio!”
(1 Cor. 9,16)

¿Qué significa evangelizar?

La instauración del Reino de Dios en el mundo y en el corazón de cada persona, exigía la salvación de la humanidad. Una liberación de todo lo que oprimía al hombre, especialmente del maligno y del pecado (cf. EN. 9), salvación que Jesús llevará a cabo plenamente con su pasión, muerte y resurrección.

¿A quiénes hay que anunciarles el Evangelio?

A todos. A las nuevas generaciones, a los niños y adolescentes que apenas se abren al don de la fe; a los que ya conocen el Evangelio y creen, pero aún no se sienten plenamente maduros en la fe; a los que han perdido la fe en Cristo, pero siguen buscando, por otros caminos, la plenitud de la vida; a los que nunca han oído hablar del Evangelio; a los que tienen una idea errada de la riqueza de la fe o están heridos o escandalizados.

¿Por qué se debe anunciar el Evangelio a todos?

“A la pregunta ¿Para qué la misión? respondemos con la fe y la esperanza de la Iglesia: abrirse al amor de Dios es la verdadera liberación. En él, solo en él, somos liberados de toda forma de alienación y extravío, de la esclavitud del poder del pecado y de la muerte. Cristo es verdaderamente «nuestra paz» (Ef 2, 14), y «el amor de Cristo nos apremia» (2 Cor 5, 14), dando sentido y alegría a nuestra vida. Jesús vino a traer la salvación integral, que abarca al hombre entero y a todos los hombres, abriéndoles a los admirables horizontes de la filiación divina” (RM )

Porque somos depositarios de un bien que humaniza (EG 264)

¿En qué se fundamenta esta misión de la Iglesia?

La misión de la Iglesia de anunciar el Evangelio en todo tiempo y lugar nace de la fe en Jesucristo. Solo en la fe y desde la fe se comprende y fundamenta la misión de la Iglesia. La promesa de Jesús: “yo estaré con ustedes hasta el final de los tiempos”

La presencia de Jesús en la Iglesia es garantía.

ANUNCIAR EL EVANGELIO
¿Con qué finalidad?

La Iglesia anuncia el Evangelio, porque es la única fuerza capaz
de transformar el corazón humano, el mundo y la historia.

¿Con qué fin anuncia la Iglesia el Evangelio?

La iglesia, obedeciendo al mandato de Jesús, anuncia el Evangelio para:

  1. Dar a conocer a toda la humanidad el misterio redentor de Cristo.
  2. Hacer discípulos de Cristo en la Iglesia.
  3. Renovar el mundo con la fuerza del Evangelio.

¿Por qué Jesús pide que se anuncie el Evangelio en todo el mundo?

Cristo quiere que lo conozcan todas las generaciones, de todo tiempo y lugar, porque es el Hijo de Dios enviado al mundo para conceder la vida plena, para restaurar la dignidad humana en su belleza original, para liberar a todos del poder del mal y de la muerte, para otorgar a la gloria de la eternidad a quienes la deseen, para acompañar el destino personal de todos, para enriquecer a todos con los dones del cielo, para ser Señor de todos, un señorío no de poder sino de servicio: Dios al servicio de cada persona, al servicio de toda la humanidad. Porque en Él se esclarece el misterio del hombre y de la humanidad.

El Evangelio es un tesoro para toda la humanidad.
Por tanto, todas las personas tienen el derecho
de escuchar el Evangelio ofrecido por Dios
para alcanzar la salvación (liberación),
la perfección humana (santidad)
y la plenitud (felicidad).

¿Para qué quiere Cristo que seamos sus discípulos?

Para llenar en plenitud esa sed de Dios que palpita en el corazón de cada persona. Porque dado que todos los seres humanos buscan a Dios de alguna manera y por caminos diversos, Cristo sale al encuentro de cada persona, en su realidad particular, para conducirla al Padre, para hacerla hija en el Hijo, para incorporarla al pueblo de Dios. Porque cuando alguien encuentra verdaderamente a Cristo, ya no desea otra cosa distinta fuera de Él. De ese encuentro con Él, que involucra el corazón y el entendimiento, nace el deseo de estar y continuar siempre con Él (discipulado).

¿Pueden los cristianos transformar el mundo?

Se equivocan aquellos que piensan que basta con simples conocimientos científicos y técnicos  para  transformar el mundo. No cabe duda que son fundamentales, Pero sólo están capacitados para jalonar un verdadero  progreso de la humanidad aquellos que están llenos de Dios, aquellos que cuentan con la fuerza de lo alto, aquellos que impulsados por el amor de Dios son capaces de descubrir al otro como un hermano y no como un número, o como un montón de clientes, o como un pueblo para explotar. Ya lo decía el Papa Pablo VI cuando afirmaba que “No hay humanidad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos con la novedad del bautismo.” (EN 18)

CRITERIOS
para anunciar el Evangelio

PRIMER CRITERIO
La obra es de Dios

“El que permanece en mí y yo en él dará mucho fruto;
porque separados de mí nada podéis hacer”
(Jn. 15, 5)

¿Por qué la evangelización es obra de Dios?

Porque la evangelización está ordenada a la salvación eterna de cada persona y esta es solo y exclusivamente obra de Dios. No se puede creer que la tarea de la evangelización es una actividad humana como las demás y que su eficacia depende del talento de los agentes. La evangelización ha sido y será siempre la obra que Dios va realizando en la historia a través de la Iglesia en orden a la instauración del Reino de Dios y la salvación de la humanidad.

¿Cómo lleva a cabo Dios su obra?

A través de personas que Dios elige para una determinada misión, dándoles las gracias necesarias para realizar aquello que Dios quiere llevar a cabo en un determinado tiempo y lugar. Pero también a través de estructuras y caminos diversos.

¿A quiénes elige Dios para evangelizar?

A todos. En la Iglesia todos somos evangelizados y a la vez evangelizadores. La elección se da con la existencia. Todos cumplimos una misión en la vida, asignada por Dios. Cada quien en el tiempo y lugar que Dios en su infinita sabiduría determina.

¿Qué garantía tiene que la evangelización sea obra de Dios?

Que Él sabe cómo hace sus cosas. ¿Quién puede sugerirle a Dios su proyecto? A veces cuando las cosas parecen ir mal, no es así. Por qué este y no aquel otro sacerdote están en al frente de una comunidad, ¿casualidad? ¿Capricho del obispo? ¿No será acaso la obra de Dios que se lleva a cabo sin que sepamos cómo y por qué?

“Todo cuanto hagáis, hacedlo de corazón,
como si fuera para el Señor y no para los hombres,
conscientes de que el Señor os dará la herencia en recompensa”
(Col. 3, 23-24)

SEGUNDO CRITERIO
El Espíritu Santo a cada quien le confía una misión particular en la iglesia

¿Es posible anunciar el Evangelio sin la acción del Espíritu Santo?

No. No es posible ninguna acción evangelizadora sin la acción del Espíritu Santo, que es el que “infunde la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, el voz alta, y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente” (EG, 259). Por lo cual es necesario que todos nos abramos de modo permanente a la acción del Espíritu.

¿Que se requiere para una evangelización con la fuerza del Espíritu Santo?

  1. Se necesita orar, y orar mucho: “Sin momentos detenidos de adoración, de encuentro orante con la Palabra de Dios, de diálogo sincero con el Señor, las tareas pastorales fácilmente se vacían de sentido, nos debilitamos por el cansancio y las dificultades, y el fervor se apaga” (EG 262)
  2. Se requiere una experiencia personal del amor de Cristo. “El verdadero misionero, que nunca deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera. Si uno no lo descubre a Él presente en el corazón mismo de la entrega misionera, pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie.” (EG 267).

TERCER CRITERIO
Hacer todo con amor y por amor

¿Qué significa hacer las cosas con amor?

Significa poner el corazón en todo lo que hacemos, haciendo las cosas de la mejor posible. Solo quien hace las cosas con amor las hace bien y las disfruta. El que hace las cosas por obligación o por cumplimiento las hace de cualquier manera y estas le generan una gran fatiga y un enorme tedio.

¿Qué significa hacer las cosas por amor?

Significa que todo lo que hacemos lo hacemos por amor a Dios y, por tanto, para la gloria de Dios y, como consecuencia, por amor a los demás. La obra de la evangelización es ante todo una obra de amor. La Iglesia no anuncia el Evangelio ni por dinero, ni por prestigio, ni buscando ganancias humanas.

¿Se puede evangelizar, es decir, anunciar el Evangelio sin amor?

De ninguna manera. Lo reconoce claramente el apóstol san Pablo en su primera carta a los Corintos (cap. 13): “Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía”. Sin amor, ni la fe ni nada de cuanto se realice en la Iglesia tendría valor. El amor es el camino por excelencia de la Iglesia.

¿A qué conduce un anuncio del Evangelio motivado por el amor?

  1. A reconocernos, en primer lugar, pueblo, como lo afirma claramente el Papa Francisco. El amor nos lleva a descubrir en el otro el rostro de Cristo que sufre. El amor nos introduce en el corazón del otro y de los otros, nos lleva a entrar en contacto con la existencia particular de cada persona, “compartiendo la vida con todos, escuchando sus inquietudes, colaborando material y espiritualmente con ellos en sus necesidades, alegrándonos con los que están alegres, llorando con los que lloran y comprometiéndonos en la construcción de un mundo nuevo, codo a codo con los demás. Pero no por obligación, no como un peso que nos desgasta, sino como una opción personal que nos llena de alegría y nos otorga identidad.” (EG 269) El amor nos lleva a reconocer que cada ser humano y, por su puesto, cada comunidad, son dignos de nuestra entrega (Cf. EG 274).
  2. A un anuncio gozoso del Evangelio, en segundo lugar. Quien anuncia el Evangelio con amor, lo anuncia con alegría. No se puede anunciar el Evangelio con cara de funeral. “Ojalá el mundo actual pueda recibir la Buena Nueva no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo” (EG. 10).
  3. A un espíritu de servicio desinteresado, finalmente. En la Iglesia, lo afirma también el Papa Francisco, es más importante el servicio que el poder y el poder se debe entender siempre como un servicio y nada más, para poder afirmar con el Evangelio que somos simplemente siervos y siervos inútiles.

CUARTO CRITERIO
Anunciar el Evangelio con la Iglesia y en la Iglesia

¿Qué significa anunciar el Evangelio con la Iglesia y en la Iglesia?

Que la evangelización es una tarea eclesial, no una cuestión particular. Que las parroquias no se pueden aislar de la comunión diocesana, ni la diócesis de la comunión con la Iglesia universal. La Iglesia, como dice san Pablo, es un solo cuerpo, un cuerpo con diversos miembros. Pero la Iglesia es también un pueblo, un solo pueblo, donde todos estamos llamados a anunciar el Evangelio en comunión unos con otros.

¿Por qué no se puede anunciar el Evangelio al margen de la Iglesia?

Porque Dios quiere salvarnos como pueblo y no como seres aislados. Porque Cristo le confió la misión de anunciar el Evangelio a la Iglesia y no a un apóstol en particular.

¿Quiénes están llamados en la Iglesia a anunciar el Evangelio?

Todos. “En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar. Así, en virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (cf. Mt 28,19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador, y sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados donde el resto del pueblo fiel sea solo receptivo de sus acciones.” (EG 119-120)

¿Quiénes están excluidos de la Iglesia?

Nadie. “La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida Buena Nueva del Evangelio” (EG 114)